En el último siglo, el papel de la mujer en la familia y la sociedad ha sufrido un cambio importante. Con la mayor igualdad en el reparto de las tareas del hogar, el mayor acceso a la educación de ambos sexos y una mayor cantidad de oportunidades de trabajo, la proporción de madres trabajadoras ha crecido radicalmente, a lo que se suma que las mujeres inician su participación en el mercado laboral a edades cada vez más tempranas.
Sin embargo, a pesar del incremento de sus labores, la mujer como madre sigue siendo el pilar fundamental del hogar y la familia y la principal responsable en la formación de los hijos, aun cuando ha disminuido el número de ellos, ya que ha aumentado la complejidad de la formación y educación debido a las nuevos condicionantes de la sociedad actual. De hecho, hay una tendencia a desligar la identidad de la mujer de su rol maternal y como ejemplo tenemos la reciente tendencia “NoMo” (Not mothers) en la cual se reivindica a las mujeres que deciden optar por no ser madres, en aras de una mejor oportunidad de éxito laboral y económico donde los hijos podrían representar una reducción de su tiempo disponible. En el otro extremo, existe cada vez un mayor número de mujeres que optan por la opción de la maternidad en solitario al no encontrar una pareja con la cual desarrollar un proyecto familiar, o tienen una pareja del mismo sexo. Y en un punto medio, se encuentran aquellas mujeres que deciden postergar su maternidad hasta conseguir unas condiciones laborales que consideran óptimas y seguras, pero que no renuncian a ser madres en edades más avanzadas de la vida.
Desde el punto de vista médico, la ciencia reproductiva no ha hecho oídos sordos a este enorme cambio social y los avances en este campo en el transcurso de los últimos años, han permitido hoy en día, que la mujer no solo pueda optar a conseguir el embarazo en edades más extremas de la vida, sino que incluso hay opciones para aquellos casos en los que ya ha tenido lugar el cese fisiológico de la función ovárica (menopausia).
Es interesante mencionar que todas las mujeres nacemos con una dotación folicular determinada genéticamente y que repercutirá en nuestro potencial de fertilidad. Esa dotación folicular, va disminuyendo a lo largo de la vida debido a fenómenos de atresia y muerte celular. En términos generales, se considera que la llamada reserva ovárica (número de folículos ováricos), comienza a descender de forma más pronunciada a partir de los 35 años. El cambio social que se ha producido, las mejoras en la prevención de la salud y en la calidad de vida de las personas, hace que la esperanza de vida de la mujer se haya prolongado hasta los 85 años. Hoy en día la mujer se siente joven, dinámica y sana hasta edades avanzadas. Sin embargo, el deterioro de la función ovárica persiste inalterado y las posibilidades de embarazo se reducen drásticamente en el momento que la mujer decide finalmente acceder a la maternidad. Teniendo esto en cuenta, hoy en día un elevado porcentaje de mujeres buscan la gestación por encima de esas edades y los problemas reproductivos en este grupo de pacientes se incrementan cada vez más.
Otro aspecto importante que no debemos olvidar, es la repercusión del embarazo sobre la salud de la mujer de más edad, así como la repercusión que dicha edad puede tener sobre el normal desarrollo fetal. Las complicaciones asociadas a las gestaciones en mujeres mayores se incrementan y eso lleva a los profesionales de la obstetricia a desarrollar nuevos sistemas de prevención de la patología gestacional en la mujer “añosa“. La diabetes gestacional, la hipertensión gestacional, el retraso del crecimiento intrauterino, la prematuridad, la gemelaridad, son algunas de las complicaciones más importantes del embarazo en estas mujeres, cuyo conocimiento nos obliga a tomar medidas de prevención y tratamiento desde las etapas iniciales del embarazo.
Este cambio de paradigma social de la mujer de hoy, debe llevarnos a los profesionales de la salud a hacer una reflexión profunda, a asumir que las madres de hoy y del futuro, serán mujeres de más edad, con más dificultades para conseguir el embarazo y mayores complicaciones obstétricas. Debemos ser muy conscientes de la importancia de este cambio y dirigir nuestros esfuerzos a realizar una labor preventiva y educacional sobre salud reproductiva cuando la mujer acuda a nuestras consultas para hacer una revisión. La consulta de salud hoy en día ya no debe enfocarse solamente a realizar un diagnóstico de salud, debemos ir más allá, preguntando a las mujeres sobre sus inquietudes reproductivas, explicándoles qué es la reserva ovárica, las posibles dificultades de conseguir un embarazo conforme avanza la edad y las potenciales complicaciones que se pueden derivar de un embarazo tardío, tanto para la madre como para el feto. Y debemos dar esta información con objetividad pero con tranquilidad, sin alarmismos, pero intentando provocar en ellas una actitud reflexiva, para concienciarlas de que en fertilidad como en otros aspectos de la salud, la prevención juega también un papel fundamental.
En otro orden de cosas, las necesidades reproductivas de la mujer que hoy en día decide postergar su maternidad, suponen un importante reto para los profesionales de la medicina y los avances en los tratamientos de fertilidad no se han hecho esperar. Las técnicas de reproducción asistida son extremadamente sofisticadas y el desarrollo de la embriología, (aquella parte de la biología de estudia las células germinales y el embrión) ha sido espectacular en los últimos 30 años. Así, las unidades de reproducción asistida hoy en día están constituidas por equipos multidisciplinares, donde ginecólogos, biólogos, psicólogos y urólogos llevan a cabo una labor conjunta para el tratamiento exitoso de las pacientes con disfunción reproductiva. Las técnicas diagnósticas no terminan ya con el estudio de la pareja infértil, sino que se prolongan en el laboratorio con el estudio de los gametos (óvulo y espermatozoide) y de los embriones obtenidos tras las técnicas reproductivas. Su análisis nos permite determinar en muchos casos de infertilidad de causa desconocida, patologías ovocitarias, espermáticas y embrionarias que de otra manera no hubieran podido ser diagnosticadas. Por si fuera poco, a todo esto hay que añadir los últimos avances en los fármacos utilizados para los tratamientos reproductivos, que hoy en día son mucho más sofisticados, más cómodos y permiten utilizar menores dosis de medicación, así como los nuevos protocolos de tratamiento que permiten minimizar los efectos secundarios y hacen que estos tratamientos sean muy seguros para la mujer. Y si los tratamientos fracasan o la reserva ovárica está ya muy mermada en el momento de la consulta, la donación de ovocitos es hoy en día una alternativa viable, legal y con buenos resultados reproductivos.
Como conclusión final podríamos decir que lo ideal y natural es que la mujer tenga los hijos en edades reproductivas óptimas, antes de los 35 años, pero que las necesidades de la sociedad actual y la incorporación de la mujer al mercado laboral han hecho que la mujer de hoy decida postergar su maternidad. Los profesionales de la salud debemos ser conscientes de este proceso social y ayudar a la mujer en su toma de decisiones, realizando una labor informativa y de prevención desde nuestras consultas de salud para que ella con una buena información, tome la mejor decisión. Si aun así el momento de decidir la maternidad se retrasa, también es función de la medicina actual, y en concreto de la ginecología, proporcionar a estas mujeres los últimos avances en reproducción asistida para que puedan llevar a cabo su deseo de ser madres. Siempre con objetividad y tranquilidad, sin alarmismo ni generación de falsas expectativas, pues aunque se ha avanzado mucho en este campo no hay que olvidar que todavía son muchas las mujeres que finalmente no consiguen el deseado embarazo. De ahí la gran importancia de la prevención, la información y la concienciación.
Responsable unidad ginecología y obstetricia HM La Esperanza