La evolución de las certificaciones de calidad y su tendencia no es desde luego un sector ajeno a la evolución económica de los mercados de los últimos años, la contracción y situación de ajuste económico que hemos sufrido, ha seguido una evolución paralela en el sector de las certificaciones.
Si desde principios de los años 2000 se había seguido una tendencia claramente alcista, llegando en España entre los años 2007-08 a unos valores cercanos a los 70.000 certificados emitidos para la Norma ISO 9001, la contracción resulta notable, ya que los datos finales del 2016, indica que este valor se encuentra por debajo de la mitad en unos aproximadamente 34.500 certificados emitidos, aunque bien es cierto que esta evolución sigue un paralelismo con el índice de destrucción de empresas del país.
A la vista de estos datos se podría pensar que es un sector “Enfermo”, abocado al fallecimiento, aunque esto se debe entender con ciertos matices, muchas de estas certificaciones nacieron en un momento de auge económico en el que las empresas lo utilizaban más como un reclamo publicitario que pensando en la verdadera finalidad y funcionalidad de un sistema de gestión, que es establecer una herramienta organizativa en la empresa. Motivo de ello supuso que en momentos de ajustes y de reducciones de costes, fuese de de los primeros puntos de los que prescindir. Sin embargo las empresas que apuestan por ello continúan con sus certificados en vigor y pueden “Presumir” de certificaciones con 10 o 15 años de antigüedad.
La situación actual hace que las empresas tengan que apostar por ello como una herramienta que aporte valor a sus productos o servicios. Cualquier empresa que quiera demostrar a sus clientes la garantía de su proceso productivo, los controles desarrollados durante la prestación de un servicio o la inocuidad en una producción alimentaria por ejemplo, deben disponer de una certificación de Calidad.
Es por todo ello que el primitivo concepto de “Voluntariedad”, ha evolucionado claramente hacia una “Necesidad” ya que en la actualidad resulta un criterio de selección hacia una serie de oportunidades de negocio, como ocurre en casos como los contratos con la Administración, la Participación en Concursos Públicos, o la Homologación como Proveedores entre otros.
En esta línea además cabe recordar el carácter de internacionalidad de las propias Normas, un esquema de este tipo plantea los mismos tipos de requisitos a una empresa local o del otro lado del planeta, lo que garantiza a cualquier potencial cliente extranjero, que los productos fabricados o servicios prestados, se realizan bajo unos criterios igualmente aplicables en nuestro país o en cualquiera de los actuales mercados emergentes.
Que empresa en una situación económica como la actual, con una elevada competitividad y unos ajustes constantes, puede quedarse fuera de esta carrera y de la disputa por unos contratos de suministro o de servicios, al no querer apostar por las certificaciones de Calidad. En los momentos actuales, cualquier pequeño detalle, puede inclinar la balanza en la decisión de un cliente hacia un proveedor u otro.
Bien es cierto que el disponer de una Certificación de Calidad NO va a garantizar un contrato con un potencial cliente, aunque lo que SÍ es más que probable, es que no disponer de ella, deje a la empresa al margen del mismo.
Las Normas también se han flexibilizado y adaptado a la realidad de las Organizaciones, en este sentido hay que reflejar que las revisiones a las que se han sometido recientemente han generado una mayor afinidad y vinculación de los sistemas con la empresa, de tal manera que sus problemas y oportunidades de mejora son interiorizadas y tratadas de una manera eficaz.
La preocupación por una adecuada gestión de los procesos desarrollados en la empresa, un pensamiento basado en las Situaciones de Riesgo que “Perjudican al Negocio” y una medición adecuada de los mismos, son sin duda factores de éxito para las empresas, ya que les permiten establecer una evolución correcta y acorde a su nivel de actividad y de crecimiento.
Por todo ello podemos pensar que la Calidad goza de “Buena Salud” y además evoluciona adecuadamente, prueba de ello, son los datos de posicionamiento a Nivel Europeo y Mundial de nuestro país en cuanto al volumen de certificaciones emitidas, donde según los últimos datos consolidados, España se sitúa en la Posición Nº 7 a Nivel Mundial y Nº 4 Europea, en cuanto al número de certificaciones de Calidad según la Norma ISO 9001.
Sin duda con unos pequeños “Cuidados” y un adecuado tratamiento el paciente debería evolucionar hacia un estado de Bienestar considerable, ya que sin duda debe ser una apuesta de futuro, diferenciadora y donde las organizaciones dispongan de una herramienta de mejora y control acorde y adaptada a sus necesidades.
Consultor en calidad, medioambiente y PRL