Es una percepción general que en estos momentos la mujer reclama y exige tener las mismas oportunidades y los mismos derechos que los hombres. Y así lo estamos viendo cada día en todos los ámbitos del mundo laboral. Las leyes, al menos de forma teórica, establecen que todos los trabajadores/as puedan acceder a los mismos puestos y, lo que es más importante, con la misma retribución económica.
Desde la infancia estamos etiquetadas. Esto es debido, entre otras causas, a los estereotipos. Los femeninos: sexo débil, histeria, debilidad, irracionalidad, inestabilidad, carencia de fuerza física… está claro que no nos han beneficiado. Hemos recorrido un largo camino, pero los prejuicios son un lastre que arrastra nuestra sociedad desde tiempos remotos y esto se puede ver claramente en las carreras profesionales.
Es por eso que a lo largo de la historia las mujeres apenas han tenido cabida en los temas asociados a la ingeniería y no fue hasta después de la Revolución Industrial, en la Inglaterra del siglo XIX, cuando Ada Lovelace, hija de Lord Byron, inicia las bases de la informática. Ella y sus contemporáneos desconocieron la magnitud de su trabajo, ya que fue un siglo después de su muerte cuando los investigadores descubrieron su trabajo sobre programación. Esto significa que no es hasta el siglo XX cuando las mujeres empiezan a tener un papel en la economía de manera profesional. Hasta entonces las mujeres solo podían realizar trabajos domésticos y también trabajos productivos, pero valorados como aporte económico complementario: con funciones fundamentales en la sociedad de equilibrio afectivo y emocional de la familia.
Siguiendo con el repaso, y respecto a la primera ingeniera titulada del mundo, tenemos que hablar de Elisa Leonida Zamfirescu, quien cuando se registró en la Universidad Técnica de Berlín el decano intentó disuadirla para que no se matriculara citando las tres “k”: kirche, kinder, küche (iglesia, niños, cocina) que definían el perfil de la mujer en aquella época. Finalmente, se graduó en 1912, representando un importante avance para que otras mujeres llegasen al estudio y ejercicio de la ingeniería.
En España, María del Pilar Careaga Basabe se licencia en ingenierría industrial en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madriden 1929, como la primera ingeniera titulada de España. En los años siguientes hay un aumento de matriculaciones de chicas en carreras universitarias de ingeniería y arquitectura; en algunos casos siguiendo el modelo de algún familiar ingeniero, en otros por interés vocacional, o porque consideraban que les podía proporcionar un trabajo bien retribuido económicamente.
La evolución, al revisar las estadísticas, ha sido tal que el tanto por ciento de mujeres ingenieras fue creciendo hasta que llegó 2008. A partir de ese momento, en el que encontrar un trabajo se tornó complicado, el número de matriculadas en carreras técnicas disminuyó.
Hay que tener en cuenta que desde 2010 las titulaciones de tipo técnico se multiplican debido al Plan Bolonia. El catálogo de ingenierías aumenta, lo que podría haber atraído a más chicas para seguir ese camino profesional. Aunque en la actualidad, según los datos que maneja la RAI (Real Academia de Ingeniería), más del 70% de los estudiantes de ingeniería son hombres y entre las mujeres, el reparto es asimétrico, entre las diferentes modalidades.
La influencia del género en la elección de una carrera técnica se demuestra por ese número, casi testimonial de chicas que las estudian. Dada la escasa representación femenina en el ámbito de la ingeniería en estos últimos años se ha realizado un llamamiento mediante campañas, cuyo objetivo es aumentar las matriculaciones. Algunas de ellas trabajan incluso la educación desde la infancia para que los roles profesionales asignados desde la niñez no dificulten que las chicas elijan sus estudios de forma precondicionada.
En 1995 con la Ley de Prevención de Riesgos Laborales se produce un importante punto de inflexión en el desarrollo profesional de las mujeres ingenieras ya que surge un nuevo puesto profesional, el de Técnico/a Superior en PRL. Para tener esa cualificación se debía estar en posesión de una carrera universitaria y realizar un Máster de especialización. Las mujeres con la titulación de ingeniería pudieron acceder entonces a ser la técnica de PRL de empresas de muchos sectores donde anteriormente no habían tenido cabida.
Además, con el Real Decreto 1627/1997, de 24 de octubre, de disposiciones mínimas de seguridad y salud para obras de construcción se incluye la figura de Coordinador/a de Seguridad por lo que a partir de ese momento se empezó a ver a mujeres en las obras de forma más asidua y normalizada. Se trata de un puesto de mucha responsabilidad, que exige conocimientos, coordinación y empatía ya que en obra surgen momentos donde hay muchas tomas de decisiones y la coordinadora de seguridad debe ser partícipe de ellas.
Ha sido un camino largo, pero en estos años los servicios de prevención ajenos han evolucionado y el trinomio mujer, ingeniería y prevención de riesgos laborales es una combinación que permite, en ese ámbito, la igualdad profesional entre trabajadores y trabajadoras.
Un tema también importante es la capacidad de promoción, aunque este aspecto depende de factores tales como si se trabaja en la empresa privada o en la pública, ya que en esta última existe una mayor igualdad de oportunidades y en la privada los roles todavía están muy arraigados y es más complicado encontrar a mujeres ingenieras en puestos de dirección y la realidad está ahí: los colegios profesionales contabilizan que, por cada dos ingenieras hay ocho ingenieros en España.
El mundo laboral no deja de ser un fiel reflejo de las diferencias en nuestra sociedad, por lo que la forma más eficaz de cambiar esta situación es centrarnos en la educación, sin olvidarnos del ámbito familiar. Considerando que debemos avanzar para cambiar en este sentido, parece necesario que el hombre deje de ver a la mujer como una amenaza profesional, suprimiendo los estereotipos de género y teniendo en cuenta las capacidades y habilidades para que el trabajo de la mujer siga sumando y enriqueciendo como ya viene haciendo hasta lograr la igualdad profesional real y efectiva.
“Es un buen momento para reflexionar y plantearse porqué habiendo mujeres tan cualificadas en el sector es escasa su presencia”
El sector de las energías renovables es, probablemente, uno de los más castigados en los últimos años de crisis económica en España, y la internacionalización se ha convertido casi en una obligación para las empresas, ¿cómo habéis afrontado desde Ecoener esta realidad y qué resultados os está reportando?
Desde Ecoener siempre se ha tenido en cuenta la perspectiva de la internacionalización y ya llevamos 11 años trabajando fuera de nuestras fronteras. Nuestro primer proyecto en el extranjero fue en el 2006. Comenzamos en países como Guatemala, Italia y Portugal, en los que la empresa ha desarrollado, con gran esfuerzo, proyectos de eólica e hidráulica y en la actualidad tenemos presencia en Guatemala y Honduras, en los que hemos desarrollado y estamos explotando una central hidroeléctrica y una planta solar fotovoltaica. El buscar mercados en el ámbito internacional es un objetivo presente en la empresa desde hace varios años y, además, es permanente el estudio de apertura en nuevos países.
Parece que comienzan a soplar mejores tiempos para las energías renovables, ¿comenzáis a notar esa recuperación, en general, y qué proyectos concretos tenéis ahora mismo entre manos para materializar esa reactivación?
Ahora mismo estamos muy centrados en nuestra actividad en Canarias y en Galicia, en donde tenemos numerosos proyectos eólicos y fotovoltaicos. Por nuestra diversificación territorial nunca hemos dejado de trabajar, pero obviamente esta reactivación nos favorece y es bienvenida.
“En energías, no sin mujeres” es una reciente iniciativa que busca la igualdad de hombres y mujeres y la presencia y visibilización de las mujeres que trabajáis en sectores energéticos, ¿qué visión tienes del papel que tiene la mujer en la generación, transporte y consumo de energía en España en todas sus vertientes?
Aunque desde Ecoener sí nos consta la presencia de mujeres en eventos, es real que el papel de las mujeres tiene menos protagonismo que el de los hombres en este sector. Hoy en día siguen siendo los hombres los que ocupan más puestos directivos, los principales eventos están masculinizados. Sin embargo en mi trayectoria profesional, desarrollada siempre en el sector de la energía, he tenido la oportunidad de trabajar en equipos con amplia presencia de mujeres.
Ecoener es un grupo empresarial que siempre ha contado con presencia femenina, y como empresa promotora que desarrolla los proyectos desde su autorización hasta su explotación, me ha permitido conocer a mujeres de reconocida valía y a las que admiro. Desde los puestos de la administración en los que se tramitan las autorizaciones, pasando por la parte técnica y ambiental de diseño, por dirección de proyectos y terminando en la ejecución en obra de los mismos. Por eso sí creo que, siguiendo la corriente actual de igualdad, es un buen momento para reflexionar y plantearse porqué habiendo mujeres tan cualificadas en el sector es escasa su presencia en conferencias y charlas en calidad de expertas, o no siempre están adecuadamente reconocidas profesionalmente.
Las energías renovables están renovando el auge que perdieron a la vez que el colectivo femenino va conquistando el protagonismo y espacio que le corresponde, en esa combinación ¿cuál consideras que debe ser el sendero a seguir en los próximos años para las mujeres de tu profesión?
Creo que estos últimos años han sido difíciles en general para el sector por su estancamiento y, en particular para mi profesión, por la crisis económica. Yo espero que, con la reactivación de las energías renovables en España, podamos seguir trabajando en el desarrollo y la implantación de más MW de generación limpia y que de este modo, volvamos a situarnos en la cabeza de los países que apuestan por el desarrollo de las energías renovables y la transición energética. A su vez, espero que esta nueva expectativa del sector genere puestos de trabajos que permita a nuestros profesionales desarrollar sus capacidades y, como consecuencia, aumente la presencia y la consideración de las mujeres en este sector.
Responsable de coordinación Seguridad y Salud